EL SANTO MÁS VIEJO EN SAN VICENTE DE CHUCURÍ
- Ana Mena Lobo
- 22 abr 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 25 jul 2022
A unos cuarenta minutos en carro, en zona rural de San Vicente, me encontré con esta maravillosa, recóndita e interesante historia: un santo con más de cien años que marcó la historia del pueblo y, sobre todo, la de la familia Serrano.

'La Pita', así se llama la finca en la que nos recibió una casa antigua, de esas de tapia pisada, con aire andino, acogedor y lleno de historias. Al ver los colores blancos de las paredes y la pintura roja para los detalles, los pasillos anchos y llenos de fotos familiares, no pude evitar relacionar lo visto con la casa de los Buendía, en Cien Años de Soledad.
Me perdía entre tantas cosas bellas e interesantes y, de repente, me llamó la atención un altar natural en el que había una estatua. ¿Qué hace un altar de un santo en al entrada de una finca antigua? Don Alejandro Serrano, me lo contó:
"Eso lo trajo mi abuelo paterno, debe tener como unos cien años; a ver, si hace poco le celebramos el centenario a mi papá y cuando eso el santo ya esta aquí...sí, unos cien años o más, debe tener".
Dicen que la fe mueve montañas y yo creo, que en este caso, movió todo lo posible para que ese santo llegara a Chucurí. Desde la traída del exterior, luego la llegada a Barranquilla, de Barranquilla a Barranca (en ese momento por transporte fluvial) y de Barranca a San Vicente en mula. Semejante esfuerzo, debía compensarse:
"Y el primero de enero, el viejito (Don Alejandro se refiere al abuelo de él) le celebraba la fiesta. Daba una vaca para la llanera, se hacía la procesión y luego toda la gente participaba, echaban mucha pólvora...era como un bazar".
Después de años de celebración y, cuando ya una buena parte del pueblo conocía las bondades del Santo Señor de la Buena Esperanza, el abuelo murió. Don Alejandro recuerda unos versos que le recitó su papá sobre la muerte del abuelo:
"Este primero de enero ya todo se nos cambió ya sabe el pueblo entero, que el viejo se nos murió"

Y como dicen por ahí-y en este caso literalmente- 'comenzó el Santo a padecer'. Hasta la iglesia de Santa Cruz de Girón fue a parar la estatua, pues, la abuela de Don Alejandro, según me contó, si algo tenía claro era que donde ella estuviera, debía estar el santo.
Pasó el tiempo y el párroco de la época se cansó de tener archivada la estatua y un día, cuando ya la familia poco se acordaba del santo, la abuela le dijo al papá de Don Alejandro: ¿Y por qué no se lleva el Santo de la Buena Esperanza para la Pita?
La estatua de aquel Jesús que también llaman 'Señor de la justicia' ya acumula cerca de cuarenta años en la finca. Algunos miembros lejanos de la familia vienen exclusivamente a traerle papelitos, a agradecer por algún milagro o pidiendo uno; Don Alejandro, por su parte, afirma que 'en casa de herrero, azadón de palo' y ya está comprobado que se acostumbraron a ese rostro de más en su casa.
Lo que sí es cierto es que ese santo, esa estatua, o esa fe (como prefiera llamarla) atravesó la historia del pueblo, pues fue capaz de hacer orar a la gente en pleno primero de enero; y también, atravesó la historia de la familia, Victoria-una de las nietas de Don Alejandro-me lo confirma, ella también se sabe el cuento del abuelo, de la fiesta, de las oraciones, del verso y del Señor de la Buena Esperanza.
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